Después de hablar con alguno de vosotros, fieles lectores, me he decidido a contaros que es esta maravilla. Las primeras noticias que tengo del producto, son de Jaime Oliver, y después de bucear por mis libros y luego por internet, me decidí a probar. Mi primera receta fue la de "fetuccini con brécol y crema de queso", pero no fue tan fácil encontrarla como pensaba. Fui a El Corte Ingles, a la boutique del gourmet, al supermercado, y nada no había forma. Entonces me puse a buscar sustitutos. Al fin y al cabo, es una crema entre la crema agria y la nata, esto no ha de ser difícil. Cogí dos cucharadas de nata fresca, un poco de vinagre y no me disgusto el resultado. De verdad, no es un mal sustituto, lo comprobé un día que buscando harinas por Mercadona, la vi en el estante, a los 3 días, la encontré en el Carrefour y en dos variantes, para dulces y para salados.
Lo dicho si no la encontráis usar la nata con el vinagre, pero si un día por azar la veis, hacer como yo, comprar un par de tarrinas y guardarlas en la nevera, aguanta cerca de un mes.
Siguiendo con las recetas rápidas, os propongo una de mis preferidas, tiene pasta, queso, huevo y brécol, así cuando llamo a mi madre la puedo decir que he comido verdura. Esta receta la he probado con espárragos verdes, romesco, unas hojas de espinacas, un poco de lombarda, cualquier verdura que no la haga falta más de 5 minutos para cocerse.
Y ahora, es cuando os cuento como . . . Primero pongo agua a cocer en una olla grande, la pasta ha de estar cómoda en la olla, y mientras se calienta preparo las verduras. Con el brécol lo que hago es desojar las flores, y el tallo gordo lo pelo con el cuchillo y me como el centro mientras lo preparo ¡Esta estupendo! Ahora viene la salsa, en un plato de porcelana o acero inoxidable que pueda poner de tapa en la olla, echo una cucharada de creme frâiche por cabeza, sal, pimienta, queso parmesano rallado o cualquier queso que tengáis en casa (yo he probado con cabrales, y si echas solo un poquito, queda excepcional). En este tiempo habrá empezado a cocer el agua, y la salsa estará calentita, añadimos al agua un puñado de sal y seguidamente el brécol y la pasta a la vez. Tapar la olla con nuestro plato de salsa, y añadir la yema de un huevo por cabeza. Una vez cocida la pasta (por favor que este al dente, que no se os pase) escurrirla y sacudirla bien, volverla a echar en la olla seca, volcar el contenido del plato-tapadera y mezclar enérgicamente. A quien tarde más de 20 minutos en hacer este plato, le invito a una caña en mi barrio, de verdad.
Servir en los platos y regar con un buen aceite de oliva. Comer muy rápido, a la italiana, no hay nada peor que comerse un plato de pasta frio. Por cierto ¿A quién no le gusta el brécol?
PD. Perdonad por la mala foto, pero es difícil de hacer, en una mano la cámara, en la otra el aceite de oliva, y en la mesa un plato humeante gritándome que me lo coma.
Viva el verano. La verdad es que el calor no me gusta mucho, la playa nunca ha estado entre mis pasiones (en tal caso alguna cala) pero hay algo que me vuelve loco, ¡La jornada intensiva! Llegar a las tres y media de la tarde, comer y una mínima siesta me parece un plan excepcional. Pero no todo va a ser bueno ponerse a cocinar a esas horas, me puede suponer comer a las cinco de la tarde, y eso si que no. Entonces, ¿Cuál es la solución? Pues aquí os muestro una receta, que preparada el domingo, os puede solucionar un par de comidas en la semana. Estoy preparado más entradas con recetas de 20 minutos para comer como un rey, poco a poco las iré publicando.
Y ahora, es cuando os cuento como . . . Esta es una receta italiana, un clásico en su cocina de mar y monte. Empecé la receta calentando el horno con la fuente dentro y vacía. Escogí un redondo de ternera de unos 2 kilos, después de sal-pimentarlo, prepare un par de ramitas de apio, 1 zanahoria y una cabeza de ajos entera. Con la bandeja bien caliente y mucho cuidado de no quemarme la saco del horno, un buen chorro de oliva, en ese aceite unas hojas de laurel chisporrotee, doramos la carne, y al horno bajándolo a 180 grados. Lo ase durante una hora y cuarto. Y ahora un inciso, parece complejo saber si un asado esta hecho o no pero tenemos dos formulas para saber si esta o no. La primera es un termómetro de asado. Pinchamos la carne, y nos da la temperatura. La segunda mucho más barata, la pinchamos con un pincho moruno, justo en el centro de la pieza y lo dejamos durante 5 segundos, acto seguido lo desclavamos y nos lo llevamos al labio. Si esta frío, déjalo un rato más, si esta caliente, esta hecho así de fácil.
Una vez asada la carne la sacamos de la fuente y desgrasamos la fuente con una cuchara. Desechamos el apio y zanahoria, en el jugo que queda, aplastamos los ajos y desechamos las pieles. En esa salsa con esos ajos añadimos 4-5 anchoas, una lata escurrida de atún en aceite y un puñado de alcaparras. Volvemos a meter la fuente en el horno y la dejamos 5 minutos. Ahora viene lo complejo, metemos el contenido de la fuente en el vaso de la batidora, añadimos un par de cucharadas de mayonesa y batimos. Nos ha de quedar una crema de color suave y gusto a mar. Una vez fría la carne, la metemos en la nevera, la salsa en algún biberón de cocina, y listo para cortar fino con el cuchillo y salsear. Esta carne en la nevera y envuelta en papel film, os puede aguantar 10 días, aunque seguro que no le dais tanto tiempo.
A alguien no le apetece probarlo? Muchos abrazos para todos.
Si algo he aprendido entre fogones y rodeado de buena gente, es que la cocina, no son matemáticas. Harádiez años, aproximadamente, las “tempuras” se empezaban a comentar, y desde hace 4 encuentras harinas de “tempura” en cualquier sitio. Qué bien. Esos fritos crujientes con verduras, gambas, langostino, que buenos están todos. Pero, ¿que es eso de la “tempura”?
Haciendo un poco de memoria, y después de probar esas delicias chinas o japonesas, me acorde de 2 platos que mi abuela bordaba (entre muchos otros). Uno eran las croquetas, en la vida las he vuelto a probar unas así de buenas, el otro las gambas con gabardina o gancheta. Era todo un festín ir a casa de la abuela, jugar en la “asociación” (asociación de vecinos de San Pascual) mientras mi abuelo jugaba al mus, y después de una coca cola subir a cenar a casa de los abuelos. Que gambas con gancheta, que patatas fritas de La Azucena, que croquetas, un poquito de jamón, un poquito de queso. . .
¡ay que rico estaba todo!
Yo que desde pequeño me andaba por los fogones, me encantaba ver como preparaba esos manjares, y siempre que era temporada mientras cocinaba no la faltaba un pepino con un poquito de sal para distraer el hambre mientras cocinaba. Sirva como homenaje a mi abuela María.
Y ahora, es cuando os cuento como . . . Mi abuela siempre la preparaba igual,harina, un poquito de levadura y, agua muy muy fría. Batir hasta que no queden muchos grumos, y conseguir una consistencia que al meter un dedo, se quede impregnado después de que haya escurrido el exceso.
Yo lo cambie un poco, mitad de harina de trigo, mitad de sémola de trigo, sal, pimienta, unas semillas de mostaza, una lata de cerveza y una cucharadita de café rasa de levadura. Para la ocasión elegí una berenjena, un calabacín, un poco de brécol, y un tomate que tenía en la cocina. Corte fino , con ayuda de la mandolina, el calabacín y la berenjena, y puse con sal la berenjena para que no amarge. Luego el brécol, tronzando los trocos en unos 4 mm. Y por último el tomate del mismo grueso. Ahora es cuando se prepara la “gancheta”, una vez preparada echamos un poco de harina en las verduras crudas,para luego sumergirlas y moverlas en la gancheta.
Calentar el aceite, yo use una variedad del bajo Aragón que se llama Empeltre (muy suave y bueno para freír). Cuando este a la temperatura adecuada 180 grados (yo lo compruebo echando una patata, cuando se dora, está a la temperatura correcta) ir echando las verduras, cogiéndolas de una punta y dejándolas caer siempre hacia el lado contrario en el que estamos. Freír durante 5 minutos, de tal forma que se dore la cobertura, y quede crujiente, sacarlas muy escurridas de la sartén y ponerlas sobre papel absorbente. Aproveche un poquito de gazpacho que me quedaba, para mojar las verduras en la mesa, excepcional. Servir muy rápido y disfrutar. Si os quedan, al día siguiente están estupendas, aunque pierdan el crujiente.
Animaros a hacer esta receta, es muy fácil, y probar a cambiar las harinas, hacerlo con harina de garbanzos, de judías, de guisantes, cualquiera que encontréis. También podéis cambiar el liquido, echar vino, cerveza, cava, cualquier bebida que tengáis, os sorprenderá y esa combinación será la vuestra.
Pues vamos a inaugurar la sección de tascas con 2 de mi barrio. ¿Por qué 2 tascas? porque a las tascas y yendo de vermut, no se puede ir solo a una, ¡Debería estar prohibido! Vamos a entrar al barrio desde la Ronda de Atocha, subir por la calle Valencia y pararnos en "El boquerón" después de caña y gambas, seguiremos por la calle Miguel Servet hasta encontrarnos con "La Mancha en Madrid".
El Boquerón Según entramos, sabemos que estamos en un bar de verdad, de los buenos. 3 Camareros de la vieja escuela, ataviados de blanco, negro y mandil, pequeña plancha a la derecha, barra de acero inoxidable, y azulejos en las paredes. De color, azul y blanco. Solo se me olvida mencionar lo que dice que un bar es bueno: ¡Cabezas de gamas y huesos de aceituna por el suelo! Este sitio es para mí.
Caña para pensar con que nos homenajeamos, acompañada como no puede ser de otra forma, de boquerón en vinagre y olivas. Pues me vas a poner unas gambitas blancas a la plancha, muy ricas además no hay que hacer un gran desembolso, 6 gambitas 2,50 euros. No hay que perderse las ostras y almejas, vivas con un poquito de limón, vamos el Susi a la gallega. Seguimos muy bien. El día que os sintáis más esplendidos cigalas plancha, nécoras cocidas, percebes gallegos y poco más, porque prefieren dar calidad que una amplia carta.
Si sois amantes del vermut, no os lo perdáis, de grifo como en muchos sitios pero pedirlo con sifón, burbujeante y perlado hecho por ellos mismos con una de las pocas "saturadoras de seltz" que quedan en la villa y te dicen que este bar no abrió ayer sus puertas.
Pero ya está bien de tanto pez y vamos a darle al riñón un poquito de grasa que se le pegue . . .
La Mancha en Madrid. Al girar la calle, y coger Miguel Servet, vemos kebab cocina india, peruana, pero hemos de seguir un poquito más adelante y descubrir esta tasca de las buenas, suelo de terrazo, barra de mármol, grifos de cerveza y platos en la barra con maravillosa patatera, queso o salchichón de esos buenos que se pegan al paladar. Cañita Mahou, tan bien tirada que marca los anillos en el vaso y ahora a disfrutar de lo simple, queso, cecina, anchoas, melva canutera, torta del casar, en fin nada excepcionalmente manchego, pero todo para quitarse el sombrero.
Llevo desde el puente de diciembre viviendo en Lavapiés. Me vuelve loco el barrio, tienes todo lo que puedas necesitar y más, pero al principio, iba a lo fácil, toda la compra en el Carrefour de la plaza y corriendo para casa, pintar paredes, montar muebles, colocar cosas y claro así no hay forma de hacerse con el barrio.
Un día frio me volvía loco por unas sopas de ajo, un gran vicio heredado de mis padres. Vi una pequeña carnicería – salchichería, compre un chorizo y un poquito de tripera (esa panceta adobada y curada que con solo un poquito de pan ya es una delicia) y me prepare las sopas. A la semana siguiente otro chorizo, más sopas de ajo, a este paso me creí capaz de ¡sacar de la crisis a los carniceros del barrio!
Pasadas las fiestas de navidades, empecé a comprar otras cosas, unos costillares de cordero, otros de cerdo, maravilloso jamón, excelentes chicharrones, salchichas frescas, maravilloso rabo, en fin viviendo y consumiendo el barrio. Desde aquí mando un fuerte abrazo a Manuel, Jimmy y Jose, a los que en escasos 6 meses les he cogido un gran cariño. Lo último que les he comprado ha sido un lomo de cerdo para hacer una porchetta asada (ya os contare el cómo) que hay que deshuesar con maestría, y eso en este barrio les sobra.
Con esto solo quiero deciros que cuando veáis una carnicería a puerta de calle, entréis en ella y le preguntéis al carnicero que os lleváis para cenar. Tendréis un amigo en el barrio para siempre, y una carne con la que disfrutar en la cena. Aun así si un día estáis en Lavapiés, pasaros por la calle de La fe y comprar un poquito de jamón enfrente compraros una barra de pan (en el Horno de la fe y valencia) y comeros un bocata en la plaza, os sabrá a gloria.
Vuestro primer pensamiento ha debido ser, vaya ensaladita ligera y refrescante . . . (no sé cómo transmitir un tono irónico por escrito) Pero he de confesar que estoy muy tranquilo este plato, ha pasado los controles más exigentes ¡mi chica que odia todo lo verde, con esta ensalada enloquece!
En esta familia tenemos la gran fortuna de comer un cabrales excepcional, esto se lo debemos agradecer a nuestra amiga Raquel. Cada vez que nos visita además de regalarnos con su compañía y la de Carla (Su hija, un pequeño terremoto), nos trae unos cabrales de cueva que son para perder el sentido, y a ella, le dedico esta entrada. Un besazo Raquel.
Y ahora, es cuando os cuento como . . . Empiezo picando una cebolleta hermosa en juliana y para que sea sorprendente, la macero con un poco de sal y un buen chorro de vinagre, el que prefiráis en casa yo uso el de Viña Nogueras por su aroma y natural producción ¡Lo hace mi padre! Una vez metido todo en un bol lo masajeo con las manos sin miedo y lo dejo macerar mientras preparo el resto. Pongo una buena cama de lechuga romana y rúcula, le añado unas buenas migas de cabrales, unos pistachos o nueces y preparo el aliño. 2 cucharadas de crèmefrâiche (en breve os hablare de ella) una parte de vinagre por 3 de aceite, un pellizco de sal y un poquito de pimienta. Lo emulsiono con el tenedor, probamos y rectificamos si es necesario. Ya solo nos queda escurrir con las manos la cebolla, apretándola bien fuerte para que no tengamos mucho vinagre, lo desperdigamos por encima y regamos con nuestro cremoso aliño.
Si aún así no os han entrado ganas de probarla, ¡Os pido mis más sinceras disculpas!
Si tuviese que elegir una pasta y una salsa, lo tendría muy complicado. Todas son buenas, todas me gustan, y no sería capaz de renunciar a ninguna, pero si tengo alguna receta de cabecera, no dudo que es esta, rápida fácil y ¡para toda la familia!
Mi amiga Eleonora, desde aquí la mando muchísimos besos, me dijo mientras planeaba un viaje con mi chica por Italia, que si por fin me pasaba por Génova, no dudase en pedirme unos. . .. . . con pesto genovés. ¡Casi lloro cuando se acabaron! Gracias Eleonora, nos vemos en Milán en el próximo viaje.
Coge un buen manojo de albahaca, un puñado de piñones, un montoncito de parmesano, aceite de oliva (para esta receta me gusta mucho usar el mono varietal de Arbequina, neutro y muy perfumado, y ahora Carrefour lo tiene de marca propia) Echa la hierba los piñones y el parmesano, aplástalo un poco con el brazo de la batidora, una vez un poquito prensado, echa aceite de oliva hasta cubrir, y bátelo. Tienes la más rápida y sorprendente salsa para pasta.
Si algo importante he aprendido en este tiempo, es que la curiosidad, al igual que la sed, el hambre, o cualquier otra necesidad, hay que saciarla.
Llevo tiempo yendo a un maravilloso kebab en mi barrio, de eso que hay muchos pero pocos buenos, este es de esos pocos. Yendo con mi brazo en cabestrillo y asomándome a saludar a mi amigo Abdul, vi por fin la especie de la que había oído hablar solo a Jamie Oliver, y con la confianza que me da saludarle y conocerle, le pregunte por el nombre de la especia del centro. Me la dejo probar, y lo vi claro. . . . MARAVILLOSA.
Me costó encontrarla, pero en mi barrio, tengo mucha oferta del oriente medio.
Y ahora un poquito de conocimiento . . . El sumac o zumaque (Rhus coriaria), se obtiene de la planta zumaque, arbusto oriundo del medio oriente que llega al metro y medio con bayas rojas. Estas bayas, maduran a finales de verano, y una vez secas se muelen para conseguir un polvo rojizo de aspecto similar a una sal en pequeñas escamas. De sabor acido, parecido al limón ideal sustituto de la sal para dietas para tratar la hipertensión. Los mejores amigos del Sumac.
Una de las maravillosas combinaciones con esta especia es el cordero, cualquier ensalada, sazonador de pescado, y como siempre digo, esto no son matemáticas. Leer más...
Este es la salsa básica de tomate que yo siempre hago, ideal para acompañar una pasta, un arroz cocido, o cualquier cosa que se os pueda ocurrir. Con un par de kilos de tomates de pera, 6 cucharaditas de oliva virgen extra, cuatro dientes de ajo, y un par de ramitas de albahaca, tienes para 6 personas!! Lo bueno es que si sobra, y tienes una batidora, tienes el 50% de éxito garantizado para una buena pizza, la salsa para la base!!
Y ahora, es cuando os cuento como Cuando hagas un sofrito de tomate, (ya sabes a la italiana, sin pegarle una paliza en la sartén, y habiéndolo pelado y quitado las pepitas previamente) coge tu albahaca quítale las hojas, y pica finamente los tallos, añádelos a la vez que unos ajos fileteados en una sartén con buen oliva caliente. Una vez sofrito el ajo, échale el tomate, como hemos explicado antes, y déjalo rehogar no más de 10 minutos. Rectifica de sal pimienta y si es necesario un poquito de azúcar, y añádele las hojas antes reservadas de albahaca y déjalo minuto más en la sartén . . . ¡Simplemente maravilloso!
Durante mucho tiempo, sólo usaba la albahaca seca, encontrar la hoja fresca de esta delicia era complejo. Después de varios años plantándola en el balcón de mi casita y disfrutándola en mis platos, ahora encuentras albahaca en todos los sitios ¡Esto debe ser por la globalización!
Y ahora, un poquito de conocimiento. . .
Cultivada desde hace 5000 años hierba aromática natural de Irán e India. Planta anual, de hoja grande (de 3 a 11 cm) y carnosa, de tacto sedoso. De 30 a 60 centímetros de altura. De intenso sabor a clavo y regaliz.